Una nueva perspectiva sobre las Pequeñas Antillas
Tessa Murphy, en su obra The Creole Archipelago: Race and Borders in the Colonial Caribbean, ganadora del Premio James A. Rawley 2022 en Historia Atlántica, desafía las narrativas convencionales de la historia caribeña al desplazar el enfoque de las disputas imperiales europeas hacia las experiencias vividas por las poblaciones indígenas, africanas y criollas en las Pequeñas Antillas.
Al examinar Dominica, Granada, Santa Lucía, San Vicente y Tobago, Murphy reconstruye una región que, lejos de ser periférica, funcionó como un espacio dinámico de negociación, resistencia y adaptación. Su minuciosa investigación resalta cómo estas islas se convirtieron en un centro de experimentación imperial, donde los sujetos coloniales pusieron a prueba y disputaron el significado de raza, soberanía y ciudadanía.
¿Una región fuera del control imperial?
El argumento central de Murphy es que el Caribe oriental no funcionaba como un conjunto de puestos imperiales aislados, sino como un archipiélago criollo interconectado.
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Más que estar definido por límites coloniales rígidos, este conjunto de islas se configuró a través de una movilidad fluida, en la que los kalinagos indígenas, los afrocaribeños libres y esclavizados, y los colonos europeos participaron en un intercambio y adaptación constantes.
Murphy desmonta la idea de que la región fue un receptor pasivo del dominio europeo, mostrando en su lugar cómo las autoridades coloniales lucharon por imponer su control sobre una población que había operado durante mucho tiempo fuera de los marcos coloniales convencionales.
Basándose en fuentes de archivos en Francia, el Reino Unido, Martinica, Dominica y Granada, Murphy reconstruye las estructuras legales, sociales y políticas que se desarrollaron en la región.
Destaca cómo los actores locales—ya fueran kalinagos defendiendo su territorio, afrocaribeños libres maniobrando dentro de los sistemas legales coloniales o plantadores aprovechando la inestabilidad política—ejercieron su agencia de manera que influyó en el desarrollo de las políticas imperiales.
De la resistencia kalinago a la adaptación criolla
La estructura del libro sigue un arco cronológico, rastreando la transformación de la región desde un bastión kalinago hasta una frontera colonial disputada. Murphy ofrece un análisis especialmente sólido sobre cómo los kalinagos lograron resistir el avance europeo durante más de un siglo, negociando tratados que reconocían sus derechos territoriales. Aun cuando los colonos europeos fueron ocupando gradualmente sus tierras, los kalinagos mantuvieron cierto grado de autonomía mediante alianzas estratégicas y la adaptación a la cambiante política imperial.
Una contribución clave de The Creole Archipelago es su énfasis en cómo la región se convirtió en un laboratorio para la gobernanza racial y colonial. Murphy sostiene que las Pequeñas Antillas sirvieron como campo de pruebas para políticas que más tarde se aplicarían en colonias como Saint-Domingue y Luisiana. Administradores británicos y franceses experimentaron con la integración—o exclusión—de católicos, personas libres de color y poblaciones indígenas dentro de sus sistemas legales y políticos. Por ejemplo, mientras las autoridades británicas intentaban restringir los derechos de propiedad de los católicos franceses tras la Guerra de los Siete Años, los colonos franceses y los afrocaribeños libres adoptaron elementos del sistema legal británico para defender sus derechos.
Esclavitud, marronaje y conflicto imperial
A medida que la economía de plantación se expandía a finales del siglo XVIII, también lo hacían los conflictos por la tierra, el trabajo y la identidad racial. Murphy detalla cómo las personas esclavizadas navegaron el cambiante panorama colonial, a veces escapando para formar comunidades cimarronas y, en otras ocasiones, aprovechando las ambigüedades legales para crear espacios de autonomía. El libro ofrece un análisis matizado de cómo los afrocaribeños, tanto esclavizados como libres, resistieron, se adaptaron e incluso participaron en la gobernanza colonial.
Además, Murphy sitúa la región dentro de los conflictos atlánticos más amplios, en particular las revoluciones estadounidense y francesa. En lugar de considerar estos levantamientos como impactos externos, argumenta de manera convincente que las luchas locales por la tierra, el trabajo y el estatus legal fueron igualmente cruciales en las transformaciones revolucionarias de la región. Desde esta perspectiva, la Segunda Guerra Caribe (1795-1797) y la Rebelión de Fedon en Granada (1795) no aparecen como eventos aislados, sino como parte de una historia más amplia de resistencia contra la dominación europea.
Un estudio fundamental en la historia de las fronteras caribeñas
Una de las contribuciones más significativas de Murphy es su insistencia en que los historiadores aborden el Caribe como un territorio fronterizo en lugar de una serie de colonias claramente definidas. Desafía a los académicos a ir más allá de los marcos nacionales e imperiales y a reconocer cómo las redes marítimas porosas de la región moldearon la vida social y política. Esta perspectiva se alinea con tendencias recientes en la historia atlántica que enfatizan la movilidad, la negociación y las soberanías en disputa.
Si bien el libro es indudablemente innovador, algunos críticos señalan que su exploración del concepto de criollización queda algo subdesarrollada. Murphy sostiene que la criollización permitió a las poblaciones indígenas y afrodescendientes ejercer su agencia, pero los mecanismos precisos de este proceso—y su intersección con los marcos legales y sociales europeos—podrían haberse teorizado con mayor profundidad. Además, aunque el libro examina de manera exhaustiva las políticas imperiales francesas y británicas, un análisis más profundo de las conexiones hispano-caribeñas enriquecería aún más la obra.
Una lectura imprescindible para historiadores del Atlántico y el Caribe
The Creole Archipelago de Tessa Murphy es una contribución esencial a la historia del Caribe y del Atlántico. Al recentrar las Pequeñas Antillas como un eje de intercambio intercultural, disputa imperial y resistencia, Murphy desafía las narrativas convencionales que marginan la región en favor de territorios coloniales más grandes como Jamaica o Saint-Domingue. Su meticulosa investigación y sus argumentos convincentes hacen de este libro una lectura indispensable para quienes estudian la gobernanza colonial, la raza y la historia de las fronteras.
Al destacar las Pequeñas Antillas como una zona de innovación en la política y la resistencia colonial, The Creole Archipelago redefine nuestra comprensión del papel del Caribe en la configuración del mundo atlántico temprano. Este libro no solo narra los conflictos coloniales, sino que también da testimonio de la resiliencia y capacidad de adaptación de sus habitantes, una historia que sigue resonando en el estudio de la historia global hoy en día. El libro está disponible aquí.