La condición de las mujeres albanesas: Propaganda política y cambio social
Durante la década de 1960, la condición de las mujeres albanesas se volvió central para la campaña antirreligiosa del Partido Comunista. Este movimiento, impulsado por la “ley sagrada del partido”, tenía como objetivo liberar a las mujeres de las restricciones de las tradiciones religiosas y patriarcales, como se detalla en el ensayo de Hulusi Hako de 1968.
Hako se centró particularmente en las costumbres del norte de Albania, codificadas en el Kanuni i Maleve (El Código de las Montañas), que imponían la subordinación de las mujeres. Su análisis eco de las ideas de Enver Hoxha, el líder comunista de Albania, quien condenaba tanto la Sharia islámica como las doctrinas cristianas por tratar a las mujeres como propiedades, sujetas al control masculino.
El trabajo de Hako, que se basaba en gran medida en fuentes soviéticas, retrataba a las mujeres albanesas como víctimas tanto de las instituciones religiosas como de los sistemas económicos y sociales dominados por hombres. Argumentaba que la opresión de las mujeres, profundamente arraigada en la religión, solo podía erradicarse mediante la intervención del Partido. El Partido buscaba romper la transmisión de las tradiciones religiosas de madre a hijo, posicionando al Estado comunista como el verdadero camino hacia la emancipación de las mujeres.
Religión y propaganda: Las mujeres albanesas como instrumentos ideológicos
Una de las herramientas más importantes utilizadas por el Partido Comunista Albanés en su campaña para remodelar la sociedad fue la manipulación de la religión como objetivo de la lucha ideológica. La propaganda del régimen retrataba a las mujeres albanesas como históricamente sometidas por las costumbres religiosas, principalmente del islam y del catolicismo, que perpetuaban su opresión.
En particular, el Kanuni i Maleve, un código legal consuetudinario en el norte de Albania, se convirtió en un punto focal para la denuncia del régimen de las prácticas patriarcales. Este código fue presentado como un ejemplo clave de cómo las tradiciones religiosas y culturales suprimían la libertad de las mujeres.
El Partido Comunista se presentó como el liberador de las mujeres albanesas, presentando la religión como el principal obstáculo para su emancipación. Los discursos de Hoxha, como su intervención en el Congreso de la Unión de Mujeres de 1955, pintaban a las instituciones religiosas como las responsables de la desigualdad de género.
La campaña antirreligiosa del Partido no solo trataba de atacar las creencias religiosas, sino también de reafirmar el control del Partido sobre las normas sociales, particularmente en el ámbito familiar. Al retratar a las mujeres albanesas como víctimas principales de la opresión religiosa, el régimen justificaba sus políticas radicales destinadas a transformar las estructuras familiares y la educación, posicionando al Estado como la nueva autoridad moral.
Ideología del Partido vs. normas sociales
Más allá del ataque a la religión, el Partido tuvo que enfrentarse a normas patriarcales profundamente arraigadas que limitaban la plena realización de la emancipación de las mujeres. Ramiz Alia, Secretario del Comité Central del Partido Comunista, identificó estos “conceptos patriarcales conservadores feudal-burgueses” como otro gran obstáculo para la igualdad de género. En la retórica del régimen, estas costumbres eran remanentes de un sistema de clases anticuado que solo podía erradicarse mediante el cambio revolucionario.
Una parte central de la narrativa del Partido era la imagen mitificada de las mujeres ilirias, que eran retratadas como participantes fuertes y activas en la sociedad albanesa antigua. Esta versión idealizada de las mujeres albanesas, arraigada en una sociedad pre-religiosa y pre-clasista, sirvió como un símbolo de la visión del Partido sobre las mujeres revolucionarias modernas.
El régimen comunista trazó una línea directa desde estas figuras antiguas hasta las mujeres que lucharon junto a los hombres en la resistencia contra el fascismo y en la construcción del socialismo. Por lo tanto, la guerra y el trabajo se convirtieron en los caminos hacia la emancipación de las mujeres en la narrativa comunista.
El Partido enfatizó que la liberación total solo podría lograrse a través de la integración de las mujeres en la fuerza laboral. La independencia económica de los hombres se presentaba como un pilar fundamental de la verdadera igualdad. Como señaló Alia en su informe de 1967, era a través del trabajo que las mujeres albanesas podían desarrollar conciencia política, liberarse de los prejuicios patriarcales y contribuir a la creación de una sociedad socialista. Para 1971, las mujeres albanesas constituían el 45% de la fuerza laboral, reflejando el éxito de las políticas estatales que promovían la igualdad de género en el empleo.
Las contradicciones de la maternidad: Las mujeres albanesas y el control del Estado
Mientras el Partido proclamaba que el trabajo era la clave para la liberación de las mujeres, la maternidad seguía siendo un aspecto central de las expectativas del Estado para las mujeres albanesas.
El régimen promovía simultáneamente la participación de las mujeres en la fuerza laboral mientras mantenía expectativas tradicionales sobre la maternidad.
El título honorífico de “Madre Heroína”, otorgado a las mujeres con diez o más hijos, ejemplificaba el enfoque del Estado para combinar los valores tradicionales con los ideales socialistas.
Sin embargo, esta idealización de la maternidad revelaba una contradicción en las políticas del régimen. Por un lado, el Estado se presentaba como una fuerza de modernización y liberación de las mujeres albanesas de la opresión religiosa y patriarcal. Por otro lado, reforzaba sus roles como madres, poniéndoles una enorme presión para contribuir al crecimiento de la población en beneficio de la nación.
Las estrictas limitaciones del régimen sobre el aborto y la anticoncepción subrayaban esta contradicción. Mientras el Partido promovía la igualdad de género a través de la participación económica, simultáneamente controlaba los derechos reproductivos de las mujeres, haciendo de la maternidad un deber patriótico en lugar de una elección personal.
El enfoque del Estado en aumentar la población y su hostilidad hacia la anticoncepción reflejaban el control biopolítico continuo ejercido sobre las mujeres albanesas. A pesar de los avances en educación y empleo, las mujeres seguían estando sujetas a las políticas estatales que dictaban sus roles reproductivos. La narrativa del Partido sobre la emancipación a través del trabajo y la maternidad era, por lo tanto, una herramienta cuidadosamente construida para asegurar la continua subordinación de las mujeres a las necesidades del Estado.
Realidades económicas y expectativas sociales
A pesar de la retórica del Partido sobre el empoderamiento de las mujeres, las realidades económicas para la mayoría de las mujeres albanesas, especialmente en áreas rurales, eran duras. Las familias de estas regiones luchaban por satisfacer las necesidades básicas, y el pan solo consumía casi el 80 % del ingreso típico de un hogar rural.
Se alentaba a las mujeres a unirse a la fuerza laboral no solo como un camino hacia la independencia, sino a menudo por necesidad económica. El Estado promovía la participación de las mujeres en el trabajo tanto como medio de supervivencia como un paso hacia la igualdad de género.
Sin embargo, las mujeres albanesas no fueron completamente liberadas de sus roles tradicionales como esposas y madres. Su participación económica estaba cuidadosamente regulada por el Estado, que reemplazó la autoridad masculina tradicional en la familia. Incluso cuando las mujeres ingresaban al mercado laboral, el Partido mantenía el control sobre sus roles sociales, dictando cómo debían gastar sus salarios e incluso influyendo en sus elecciones estéticas, como la longitud de sus faldas. La liberación de las mujeres, en este sentido, siempre fue condicional y limitada por los objetivos ideológicos más amplios del Estado.
El legado de la “liberación” de las mujeres albanesas
La visión del régimen comunista sobre la emancipación de las mujeres no consistía simplemente en liberar a las mujeres albanesas de la opresión religiosa y patriarcal. Se trataba de moldearlas en ciudadanas socialistas ideales que pudieran contribuir a los objetivos económicos y políticos del Estado.
Si bien las mujeres obtuvieron acceso a la educación, el empleo y la vida pública, seguían estando sujetas al control del Partido-Estado. La promesa de liberación del Partido siempre fue condicional, vinculada a los roles de las mujeres como trabajadoras, madres y esposas, todo dentro del marco de la ideología socialista.
Para las mujeres albanesas, la experiencia de la “liberación” bajo el comunismo fue compleja y multifacética. Si bien lograron avances significativos en términos de participación económica y social, su libertad siempre estuvo limitada por las demandas del Estado.
El énfasis del Partido en el trabajo y la maternidad, junto con su control biopolítico sobre la reproducción, garantizó que los roles de las mujeres permanecieran estrictamente regulados. Al final, la supuesta emancipación de las mujeres albanesas se trataba tanto de servir a las necesidades del Estado como de lograr una verdadera igualdad de género.