La lucha oculta por la expresión en Etiopía

En una era donde internet se ha convertido en el nuevo campo de batalla de los derechos humanos, Etiopía se presenta como un caso de estudio convincente sobre las complejidades que rodean la libertad de expresión en línea.

P&RR
P&RR
El panorama digital de Etiopía cuenta una historia de conectividad y restricción, donde las cadenas de regulación desafían el espíritu de la expresión en línea. Imagen de Politics and Rights Review.

Internet ha transformado fundamentalmente la forma en que nos comunicamos, socializamos e incluso nos movilizamos para el cambio social. Es una plataforma que ofrece oportunidades sin igual para la libertad de expresión. En África, internet ha desencadenado revoluciones políticas, derrocando dictaduras en Egipto, Sudán y Túnez. Las redes sociales se han convertido en las plazas públicas modernas donde los ciudadanos pueden expresar sus opiniones, compartir información y organizar movimientos.

Sin embargo, esta nueva libertad digital no está exenta de desafíos. Si bien internet ha democratizado el acceso a la información, también se ha convertido en una herramienta de control y vigilancia estatal. En Etiopía, el gobierno utiliza tácticas como apagones de internet durante tiempos sensibles para regular el discurso en línea. Leyes represivas criminalizan ciertos discursos, y existe una censura abierta de plataformas digitales. Estas acciones representan una amenaza significativa para la libertad de expresión y tienen un efecto paralizante en el discurso público.

La situación en Etiopía sirve como un microcosmos de los desafíos más amplios que enfrenta la libertad de expresión digital en África. Internet es una espada de doble filo; empodera a los ciudadanos, pero también proporciona a los gobiernos herramientas para restringir la libertad. Lograr un equilibrio entre estos aspectos es crucial para el futuro de los derechos digitales en Etiopía y África.

La Carta Africana y los derechos digitales: Cerrando la brecha

La Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos es la piedra angular de los derechos humanos en África, incluyendo la libertad de expresión. Inicialmente, la Carta se centraba más en formas tradicionales de medios: impresos, radio y televisión. Sin embargo, la era digital ha requerido una evolución en cómo interpretamos estos textos fundacionales. La Declaración Africana de 2002 enfatizó la libertad de expresión como piedra angular de la democracia, marcando un paso significativo. Sin embargo, no abordó de manera suficiente el creciente paisaje digital.

A significant gap between policy and practice exists, highlighting the need to bridge it for Africa’s digital freedom.

Avanzando hasta 2019, vemos una versión revisada de la Declaración que finalmente extiende el alcance de la protección a los medios en línea. Este es un cambio monumental, reconociendo a internet como un medio legítimo para el ejercicio de la libertad de expresión. También reconoce desafíos de la era digital como el discurso de odio, la desinformación y la necesidad de protección de datos.

However, the updated Declaration is not without its limitations. The document extends digital freedom of expression but includes ‘claw-back clauses’. These vague clauses allow states to limit freedoms, creating potential for abuse.

El desafío ahora radica en la implementación. La voluntad política es esencial para que estos principios actualizados pasen del papel a la práctica. Pansy Tlakula, ex Relatora Especial, señaló la falta de voluntad política como una barrera importante. Existe una brecha significativa entre la política y la práctica, resaltando la necesidad de cerrarla para la libertad digital de África.

El contenido normativo de la libertad digital: más allá de los medios tradicionales

When it comes to interpreting the right to “express and disseminate opinions,” the African Charter is not explicit about the mediums through which this right can be exercised. Traditional interpretations have limited this to print, radio, and television. However, such a narrow view is increasingly untenable in a world where digital platforms have become the primary spaces for public discourse.

The African Charter, like any human rights instrument, should be seen as a living document. It must adapt to the realities of the day, including technological advancements. This “evolutive method of interpretation” suggests that the Charter should encompass modern mediums like the internet. After all, the ultimate aim of the Charter is to make human rights practical and effective. Limiting the scope of freedom of expression to traditional media would undermine this objective.

El gobierno a menudo ha invocado la seguridad nacional como justificación para restringir las libertades digitales.

Además, la Carta tiene como objetivo promover los ideales y valores de una sociedad democrática. En este contexto, la libertad de expresión en internet se convierte no solo en un derecho, sino en una necesidad. Permite a los individuos participar en un discurso significativo, desafiar estructuras de poder y contribuir a la formación de la opinión pública.

However, this broader interpretation comes with its own set of challenges, notably the so-called ‘claw-back clauses.’ These clauses allow states to impose restrictions on freedoms, often under the guise of national security or public order. While some limitations may be necessary, they must be clearly defined, proportionate, and in line with international human rights standards to prevent abuse.

El contenido normativo de la libertad digital sigue evolucionando, y al hacerlo, debe encontrar un equilibrio entre las libertades individuales y los intereses del estado, siempre con miras a fomentar una sociedad más democrática e inclusiva.

Los límites de la regulación estatal: Una línea fina entre el control y la libertad

La regulación estatal de internet es un tema controvertido, a menudo presentado como una batalla entre la salvaguarda de los intereses nacionales y la preservación de las libertades individuales. Si bien la Carta Africana y sus Declaraciones subsiguientes prevén limitaciones impuestas por el estado, estas no están exentas de controversias. La pregunta clave es: ¿Cuándo estas limitaciones cruzan la línea de ser medidas protectoras a instrumentos de control estatal?

En Etiopía, el gobierno a menudo ha invocado la seguridad nacional como justificación para restringir las libertades digitales. Estas restricciones varían desde apagones de Internet en tiempos de inestabilidad política hasta la promulgación de leyes que penalizan ciertas formas de expresión en línea. Aunque el Estado argumenta que tales medidas son necesarias para mantener el orden público y la seguridad nacional, a menudo sirven como herramientas convenientes para sofocar la disidencia y aplastar la oposición.

A medida que las plataformas digitales continúan evolucionando, también deben hacerlo las leyes y regulaciones que las gobiernan.

Es crucial entender que la seguridad nacional no debe usarse como un término general para suprimir la libertad de expresión. La propia Carta Africana estipula que cualquier limitación impuesta debe ser justificable y compatible con los estándares internacionales de derechos humanos. La seguridad nacional no puede invocarse para proteger a un gobierno de la vergüenza, ocultar irregularidades o suprimir la agitación industrial. Este mal uso socava la esencia misma de una sociedad democrática, que prospera en la transparencia, la rendición de cuentas y el libre flujo de información.

Por lo tanto, cualquier limitación impuesta por el estado a la libertad digital debe ser examinada rigurosamente. Deben ser específicas, proporcionadas y necesarias para el propósito que sirven. Las regulaciones vagas y excesivamente amplias abren la puerta al abuso, lo que lleva a un efecto paralizante en la libertad de expresión y, por extensión, en la democracia misma.

El desafío es establecer un marco regulatorio que respete las complejidades de la era digital mientras se defiende el derecho fundamental a la libertad de expresión. Encontrar este equilibrio no es solo una necesidad legal, sino también un imperativo moral para el futuro de las sociedades democráticas.

Encontrando un equilibrio para el futuro de los derechos digitales

A medida que navegamos por las complejidades de la era digital, Etiopía sirve como un caso de estudio convincente para el resto de África y, de hecho, para el mundo. El país se encuentra en una encrucijada, lidiando con el desafío de equilibrar las libertades individuales con los intereses del estado en el ámbito de la expresión en línea. Este equilibrio no es solo un problema local; tiene implicaciones de gran alcance en cómo entendemos y protegemos los derechos humanos en la era digital.

El internet se ha convertido en una parte integral de nuestras vidas, ofreciendo oportunidades sin precedentes para la participación cívica y el cambio social. Sin embargo, estas oportunidades conllevan riesgos, notablemente el potencial de exceso por parte del estado y la supresión de la disidencia. A medida que las plataformas digitales continúan evolucionando, también deben hacerlo las leyes y regulaciones que las gobiernan. El objetivo siempre debe ser crear un ambiente donde los derechos no sean solo conceptos teóricos, sino realidades vividas.

La Carta Africana y sus Declaraciones subsiguientes proporcionan una base sólida, pero no son el final de la historia. La implementación es clave, y eso requiere voluntad política, conciencia pública y participación activa de todos los sectores de la sociedad. Solo entonces podemos esperar cerrar la brecha entre la política y la práctica, haciendo de la libertad digital de expresión un derecho práctico y efectivo para todos.

En conclusion, el futuro de los derechos digitales en Etiopía, y por extensión, en África, todavía está siendo escrito. Es un esfuerzo colectivo que requiere un diálogo continuo, un examen crítico y, lo más importante, un compromiso con la defensa de los ideales de la democracia y la dignidad humana. A medida que avanzamos, esforcémonos por encontrar ese delicado equilibrio, asegurando que internet siga siendo un espacio para la libre expresión, el diálogo abierto y el mejoramiento de la sociedad en su conjunto.

Adaptado de un artículo académico para una audiencia más amplia, bajo licencia CC BY 4.0

Compartir este artículo