Los autores de libros suelen reflexionar sobre el momento de publicación. ¿Un libro parecerá anticuado tan pronto como se publique? ¿O se publicará demasiado pronto, cuando los acontecimientos están tan en ciernes que resulta imposible comentarlos?
Me he hecho estas preguntas en relación con mi nuevo libro, Fronteras y pertenencia: Hacia una política migratoria justa, publicado por Oxford University Press a finales de enero de 2025. Salió en papel apenas unos días después de la investidura del presidente Donald Trump. Las actitudes y políticas de su administración suelen parecer sin precedentes en la historia moderna de Estados Unidos. Entonces, ¿cuál podría ser el valor de un libro sobre política migratoria publicado en un año de giro drástico hacia una nueva política?
Demasiados responsables de la toma de decisiones emiten juicios apresurados en busca de resultados inmediatos que sean visibles durante el actual ciclo electoral.
Tras una profunda reflexión durante los primeros 100 días del gobierno de Trump, he llegado a la conclusión de que mis preocupaciones sobre el momento de publicación eran infundadas. Este es un momento en el que el debate sobre la política migratoria —no solo en Estados Unidos sino también a escala mundial— necesita la perspectiva única y exhaustiva que ofrece Fronteras y pertenencia. Permítanme explicar por qué.
Compartimentos estancos del pensamiento
Gran parte de lo que se escribe sobre inmigración presenta limitaciones importantes, incluso cuando el autor es un experto reflexivo. Algunos textos critican con agudeza las políticas actuales o analizan propuestas de cambio con atención, pero no ofrecen una visión afirmativa de lo que el autor defiende. Otros textos sí presentan una visión afirmativa, pero suele ser limitada, elaborada dentro de un compartimento estanco de pensamiento que no se abre a otras perspectivas.
Algunos compartimentos estancos reflejan divisiones disciplinarias. Los abogados especializados en refugiados no están plenamente conectados con quienes trabajan en derechos constitucionales y civiles de personas extranjeras. Los abogados no dialogan con los sociólogos, quienes a su vez suelen desconocer el trabajo de economistas, filósofos, antropólogos o historiadores. Los autores especialistas a menudo ignoran a los lectores generalistas.
Otros compartimentos estancos son de índole política, con autores que se dirigen únicamente a un público afín. Otros son geográficos. Quienes conocen muy bien los problemas de su propio país o región a menudo desconocen cuestiones similares que ocurren en otras partes del mundo. Las voces de las personas y comunidades afectadas pueden no recibir la atención que merecen, o bien condicionar los textos de manera que se limite su verdadero aporte.
Otra limitación frecuente al escribir sobre política migratoria es no lograr un equilibrio razonable entre lo realista y lo utópico. Una visión demasiado realista puede limitarse a reaccionar ante hechos concretos o coyunturales, sin identificar los ideales que deberían guiar la toma de decisiones a largo plazo. Una visión demasiado utópica puede ignorar la existencia de los Estados nacionales y abogar por fronteras abiertas o sin fronteras, propuestas que no tienen viabilidad política.
Esta crítica a los textos existentes pone de relieve la necesidad de un libro que analice la política migratoria desde una combinación de perspectivas que den forma a una utopía realista. Mi público es mundial. Por eso escribí Fronteras y pertenencia. Aunque me centro en gran medida en lo que ocurre en Estados Unidos, mi objetivo es abordar una variedad de situaciones análogas en muchos otros países.
Diez preguntas
El libro se estructura en torno a diez preguntas que son fundamentales pero que rara vez se plantean en conjunto. La primera pregunta marca el tono: ¿por qué existen las fronteras nacionales y por qué no deberían existir?

La segunda pregunta trata sobre la mejor manera de atender a los millones de personas en todo el mundo que huyen de circunstancias extremas en sus países de origen y buscan refugio en otros lugares. Luego formulo la tercera pregunta: ¿quiénes forman parte de una sociedad de tal manera que puedan cuestionar con fundamento cómo esa sociedad define su futuro a través de su política migratoria?
Borders and Belonging propone un nuevo marco para evaluar la política migratoria.
En cuarto lugar, analizo las decisiones sobre quién puede ingresar legalmente a un país y quién es expulsado. Esto está relacionado con la quinta pregunta: ¿qué papel juega el tiempo en la formulación de la política migratoria? Aquí examino la diferencia entre la migración calificada como temporal y aquella que parece encaminada a una residencia indefinida.
La sexta pregunta explora las mejores opciones para abordar la situación de muchas personas que viven en un país sin un estatus migratorio legal. ¿La mejor opción es algún tipo de programa de regularización, o es una medida equivocada o insuficiente? Esta discusión lleva a la séptima pregunta: ¿cuál debería ser la función de la aplicación de la ley migratoria? ¿Y qué no debería hacer?
La octava pregunta plantea cómo tomar en serio las opiniones de quienes se muestran escépticos o incluso hostiles hacia la inmigración — y por qué es importante hacerlo. Esta es una cuestión que muchos defensores de los derechos de las personas migrantes han evitado, pero a riesgo de pagar un precio político. No abordar este tema con seriedad ha dejado un amplio espacio a los demagogos para promover restricciones migratorias que, a largo plazo, debilitan la prosperidad general de los países de destino.
La novena pregunta de Borders and Belonging examina qué significa realmente “atacar las causas profundas de la migración”. La décima y última pregunta del libro aborda la visión de conjunto. Explica qué tipos de injusticias pueden facilitar y ocultar las fronteras nacionales. Y se pregunta cómo debe influir la historia en la formulación de la política migratoria.
Conectando las preguntas
A estas alturas debería quedar claro que escribir este libro fue un proyecto desafiante. A menudo me sentí como un atleta de salto con pértiga que se inscribe en un decatlón. Conozco algunos aspectos del derecho y la política migratoria gracias a décadas de experiencia y estudio, pero era menos experto en otros temas que aborda el libro. Aun así, consideré fundamental sintetizar el pensamiento en torno a las diez preguntas como una forma de corregir la vasta literatura que omite cuestiones clave del análisis.
Por ejemplo, resulta peligrosamente limitado pensar en el futuro de la protección humanitaria sin considerar al mismo tiempo qué significa abordar las causas profundas de la migración. Evaluar las categorías de admisión sin examinar lo que implica migrar de forma temporal o permanente es una visión incompleta. Y al considerar las categorías de admisión, es fundamental preguntarse qué supone para las personas recién llegadas integrarse en un nuevo país.
Entonces, ¿cuáles son algunos de los puntos clave que surgen al observar la política migratoria con la amplitud con la que lo hago en Fronteras y pertenencia? En algunas secciones del libro, cuestiono lo que ha llegado a considerarse sentido común. El libro también ofrece nuevos marcos para comprender las decisiones de política pública. Asimismo, destaco conexiones esenciales entre temas que suelen analizarse por separado. Aquí presento cinco de esos puntos clave.
¿Qué hace la ley migratoria?
En primer lugar, la política migratoria suele verse como un conjunto de normas que distinguen a los de dentro de los de fuera. En este sentido, el derecho migratorio actúa como la versión legal de la frontera física. Protege a quienes están dentro frente a intrusiones o incluso invasiones externas. Pero esta visión es incompleta y oculta algunas verdades fundamentales sobre la política migratoria.
Lo que ocurra después de la llegada de las personas migrantes dependerá en gran medida de la integración.
De hecho, la política migratoria es el resultado del debate entre quienes ya están dentro. Algunos favorecen ciertos tipos de inmigración. Otros son más escépticos o incluso hostiles hacia ella.
Ver la política migratoria desde esta perspectiva más amplia —como un debate entre personas que ya forman parte de la sociedad sobre cómo construir sus comunidades— permite una conversación más franca sobre lo que realmente está en juego. Las alusiones a la invasión o a la seguridad nacional siguen siendo relevantes, pero son solo una parte del debate.
Reivindicaciones de humanidad y de pertenencia
En segundo lugar, Fronteras y pertenencia propone un nuevo marco para evaluar la política migratoria. Se basa en el contraste entre lo que llamo “reivindicaciones de humanidad” y “reivindicaciones de pertenencia” como formas de impugnar la política migratoria. Defino las reivindicaciones de humanidad como aquellas que se basan en la idea de que ningún ser humano debería soportar ciertos sufrimientos. Ejemplos de ello son las prácticas crueles que con demasiada frecuencia acompañan la aplicación de la ley migratoria, como separar a los niños de sus padres, dejar que las personas migrantes se ahoguen en el mar o mueran de sed en el desierto.
En cambio, las reivindicaciones de pertenencia se basan en la existencia de vínculos con comunidades dentro del país. Esos vínculos demuestran que ciertas personas forman parte del entramado social. Por lo tanto, tienen derecho a un trato justo que resulta más persuasivo que el de quienes son considerados ajenos. Las reivindicaciones de pertenencia suelen adoptar la forma de derechos civiles o constitucionales, como el derecho a la igualdad de trato conforme a la legislación nacional. En cambio, las reivindicaciones de humanidad suelen expresarse en el lenguaje de los derechos humanos.
¿Quién pertenece?
En tercer lugar, la noción de reivindicaciones de pertenencia plantea inevitablemente la pregunta: ¿quién pertenece? La propuesta de Fronteras y pertenencia es que dichas reivindicaciones no dependen de formar parte de la mayoría o de una cultura dominante. Lo que importa es pertenecer a alguna comunidad —o a varias— dentro de las fronteras físicas del país.
Este enfoque sobre la pertenencia se basa solo en parte en el estatus legal. Las personas con reivindicaciones de pertenencia sólidas no necesitan ser ciudadanas. Pueden ser residentes permanentes legales o tener un estatus duradero similar en otros países. También pueden estar presentes legalmente de forma temporal, o encontrarse en situaciones intermedias como el Estatus de Protección Temporal o DACA en Estados Unidos. Incluso pueden carecer de un estatus migratorio legal. Lo que importa son sus vínculos funcionales y sociales con el país.
¿Temporal o indefinido?
En cuarto lugar, Fronteras y pertenencia analiza la diferencia entre migración temporal y migración indefinida. El sentido común sugiere que las personas pertenecen a una categoría u otra desde el momento en que llegan. Desde esta lógica, permitir que migrantes temporales se queden de forma indefinida sería incoherente o incluso engañoso. Pero en realidad, tiene todo el sentido que los responsables políticos permitan el ingreso de personas de forma nominalmente temporal, y es natural que quienes migran no tengan claro su proyecto a mediano o largo plazo. Puede que se vayan, pero con el tiempo pueden llegar a sentirse parte del lugar, y quedarse.
Lo que ocurra después de la llegada de las personas migrantes dependerá en gran medida de su integración. También es importante un segundo elemento: combinar diferentes vías que permitan crear opciones reales para que puedan regresar a sus países de origen o circular entre ambos lugares. Este segundo elemento hace que las políticas dirigidas a abordar las causas profundas de la migración sean fundamentales. Estas políticas van de la mano con normas de admisión que permiten la entrada de personas migrantes con carácter temporal.
La dimensión temporal de la formulación de la política migratoria
En quinto lugar, la discusión sobre migración temporal frente a indefinida conduce a un tema clave: el horizonte temporal para formular la política migratoria. Demasiados responsables de decisiones emiten juicios apresurados en busca de resultados inmediatos que sean visibles durante el actual ciclo electoral. Pero este enfoque prioriza soluciones rápidas, como muros fronterizos más altos o estadísticas de detenciones, en lugar de reformas profundas que produzcan resultados duraderos.
Estas soluciones rápidas resultan contraproducentes. No pensar a largo plazo implica que los recursos destinados a los países de origen con frecuencia se desvíen rápidamente hacia el gasto en armas y control. Esto impide que esos recursos fomenten un verdadero desarrollo nacional que permita a las personas tener una opción real de quedarse en su país. La implementación de políticas eficaces requiere paciencia, en gran parte porque suelen depender de complejas negociaciones y cooperación a escala transnacional.
Hacia una política migratoria justa
Estas son solo cinco de las ideas fundamentales que se presentan en Fronteras y pertenencia. Al evaluar la política migratoria de forma única y exhaustiva, el libro propone muchas otras reflexiones. Espero que estas ideas contribuyan a abrir el camino hacia una política migratoria justa.