En The Return of the Native: Can Liberalism Safeguard Us Against Nativism?, Jan Willem Duyvendak y Josip Kesic ofrecen una crítica rigurosa e incisiva de un fenómeno político contemporáneo crucial: la expansión de la lógica nativista en diversos contextos ideológicos a nivel internacional.
Los autores identifican tres elementos clave que caracterizan la lógica del nativismo: la designación de ciertos grupos y prácticas como "nativos" y otros como "extranjeros", la percepción de la extranjería como una amenaza, y la defensa de la exclusión como el medio preferido para enfrentar esta amenaza. Los criterios para distinguir entre "nativos" y "extranjeros" son múltiples, abarcando aspectos como la religión, la raza, los orígenes étnicos e incluso la orientación política.
El sentimiento nativista se ha expandido ahora para abarcar la cultura nacional de la secularidad, donde valores como la libertad de pensamiento, expresión y sexualidad están siendo cada vez más instrumentalizados.
El libro examina los supuestos subyacentes en el discurso sobre "el fracaso del multiculturalismo" y atribuye la percepción generalizada de ineficiencia en las políticas de integración a una preferencia por el monoculturalismo.
Proporciona ejemplos concretos para demostrar cómo la creciente tendencia a culturalizar la integración de los migrantes ha llevado a la adopción de políticas monoculturales, que polarizan la sociedad holandesa y estigmatizan a ciertos grupos sociales.
Los autores enfatizan que el multiculturalismo nunca ha sido realmente adoptado como un ideal normativo en este contexto nacional. En su lugar, el legado de los días de "pilarización" se ha utilizado como un repertorio heurístico familiar para interpretar las políticas de integración.
La historia nacional como herramienta para el nativismo
Duyvendak y Kesic exploran el papel que las representaciones de la historia nacional juegan en los debates sobre la pertenencia nacional y la integración de los inmigrantes. Demuestran que la memoria de la historia nacional es central en el nativismo contemporáneo de tres maneras distintas.
Primero, el nativismo denuncia la supuesta falta de conciencia histórica y el reconocimiento de la historia nacional, especialmente entre las élites nacionales.
Segundo, el nativismo valora la percepción de la historia nacional como un elemento esencial de la identidad nacional, con narrativas históricas variadas.
Tercero, el nativismo utiliza la historia nacional como un instrumento político para resolver problemas sociales. En los debates holandeses, los nativistas sostienen que la supuesta autoalienación y el fracaso de la integración de los migrantes pueden corregirse mediante una conciencia histórica políticamente inducida sobre el pasado de la nación entre los ciudadanos nacionales.
Cabe destacar que el sentimiento nativista ahora se extiende a la cultura nacional de la secularidad, dentro de la cual valores como la libertad de pensamiento, expresión y sexualidad se instrumentalizan. Los nativistas movilizan las relaciones de género, la homosexualidad y el cristianismo para subrayar la incompatibilidad de los musulmanes con la cultura occidental, viéndolos como intrusos en un paisaje moral secular y disruptores del sueño de una nación unificada, secular y moralmente progresista.
El cristianismo cultural se utiliza para diferenciar a quienes pertenecen a la cultura común de quienes no, creando así una amenaza para el supuesto patrimonio compartido. Los partidos nativistas de derecha han adoptado el cristianismo cultural como un marcador de identidad nacional, oponiéndose al islam y presumiendo que los musulmanes no adhieren sinceramente a los valores neerlandeses, incluso si están plenamente integrados en la sociedad.
La intersección del nativismo y el racismo
El libro analiza cómo la racialización y el racismo alimentan el nativismo contemporáneo. Argumenta que el racismo se enmarca cada vez más en términos culturales y que tanto las formas implícitas como explícitas de racismo a menudo surgen de una lógica nativista subyacente. En Francia, la afrodescendencia y la religión musulmana afectan negativamente la percepción de la pertenencia nacional.
Las personas no blancas son excluidas culturalmente de la comunidad nacional como no nativas. Los valores, creencias y percepciones asociadas con la blancura están estrechamente vinculados a una identidad nacional dominante que mantiene y apoya una jerarquía racial con los blancos en la cima.
El nativismo y el racismo, aunque son nociones distintas, a menudo están estrechamente aliados, con la blancura en el centro de la autoimagen nacional. En Estados Unidos, el nativismo va acompañado de un nuevo resurgimiento del racismo, que ha jugado un papel significativo en las olas de nativismo estadounidense.
¿El nativismo en la izquierda liberal?
En contraste con el enfoque común en la literatura sobre el nativismo y el populismo, Duyvendak y Kesic amplían su análisis más allá de los discursos nativistas de derecha para incluir las tendencias nativistas dentro de la izquierda liberal. Demuestran cómo la izquierda liberal retrata el nacionalismo radical de derecha como una diferencia amenazante, reforzando así la lógica nativista.
Mientras que el nativismo populista de derecha a menudo ve a las élites nacionales como una amenaza para la nación debido a su multiculturalismo y apoyo a la inmigración, las corrientes nativistas dentro de la izquierda liberal se manifiestan en la construcción de un nacionalismo basado en la solidaridad pero que contribuye a legitimar la lógica nativista en el espacio público.
El libro ofrece una contribución significativa al analizar la compleja relación entre nativismo y liberalismo. Duyvendak y Kesic muestran que, aunque estas dos corrientes son teóricamente opuestas, con frecuencia se superponen en la práctica. Esta dinámica, marcada por una creciente polarización entre nativistas y defensores del multiculturalismo, así como una disminución de la confianza en las instituciones políticas tradicionales, revela los desafíos dentro del discurso político contemporáneo.
Al estudiar críticamente los vínculos entre nativismo y liberalismo, así como las prácticas excluyentes de ciertos grupos de la comunidad nacional, el libro ofrece una perspectiva matizada sobre este fenómeno.
Además de su diagnóstico social, Duyvendak y Kesic ofrecen propuestas para comprender mejor las raíces del nativismo, su lógica subyacente y las estrategias que el liberalismo puede usar para contrarrestarlo. Enfatizan la importancia de desarrollar narrativas alternativas que reconozcan la diversidad cultural y las cuestiones de identidad. Las medidas de redistribución socioeconómica por sí solas son insuficientes para abordar los desafíos que plantea el nativismo.
También debe considerarse las afiliaciones de la mayoría y forjar una identidad común más allá de las divisiones culturales. El liberalismo político debe promover una visión inclusiva, relevante tanto para las minorías como para las mayorías. La construcción de nuevas narrativas debe ser un proceso dinámico, capaz de renovarse según la evolución de los contextos sociales y culturales.
También es esencial restaurar la confianza a nivel local y mostrar los vínculos entre los procesos locales, nacionales y globales. Los políticos tienen un papel decisivo que desempeñar al proponer estas nuevas narrativas que se oponen a los discursos alarmistas de los nativistas, especialmente de los extremistas de derecha.
El libro nos invita a repensar el liberalismo político frente al desafío del nativismo y a fortalecer la cohesión social en un mundo plural y complejo.
Direcciones futuras
A pesar de las fortalezas del trabajo de Duyvendak y Kesic, ciertos vacíos merecen una mayor consideración. Los autores descartan los análisis universalistas basados en procesos causales, argumentando que tales enfoques pasan por alto el papel crucial de la percepción en la explicación del nativismo.
Según ellos, factores objetivos como la migración o las crisis económicas no son suficientes para explicar el auge del nativismo. Es más bien la percepción de estos factores lo que predice el ascenso de esta ideología. Los autores tienen razón al dar preponderancia a las percepciones en lugar de a los hechos objetivos.
Esta perspectiva está ampliamente reconocida en la literatura académica. Sin embargo, los autores atribuyen erróneamente esta postura universalista a los psicólogos sociales y descartan prematuramente las valiosas ideas que la psicología social ofrece para comprender el fenómeno nativista.
Numerosos estudios en psicología social y política han enfatizado el papel de la identidad social nativista en la conformación de las percepciones de la amenaza que representa la inmigración para ciertos grupos. Según la teoría de la amenaza intergrupal, estas percepciones a menudo no se basan en realidades objetivas, sino que están influenciadas por factores como estereotipos, prejuicios e información sesgada, lo que puede distorsionar la situación real.
La teoría de la amenaza intergrupal también sostiene que el nativismo se ve impulsado con frecuencia por el temor a perder privilegios sociales y económicos, ya que ciertos grupos perciben competencia por parte de los inmigrantes u otras amenazas percibidas. Esta teoría argumenta que el nativismo no surge de factores "objetivos" o "universales", sino de mecanismos psicológicos que se activan en respuesta a amenazas percibidas. Estos mecanismos, moldeados por miedos y sesgos subjetivos, a menudo resultan en reacciones orientadas más a preservar el estatus percibido que a abordar peligros reales.
Esta percepción depende, a su vez, de condiciones específicas que la hacen posible. Algunos de estos estudios también han mostrado el papel de la oferta nativista y la instrumentalización de la incertidumbre en la reproducción de las ansiedades nativistas.
Quizás el problema radique precisamente en el hecho de que Duyvendak y Kesic se centraron casi exclusivamente en la oferta del nativismo y descuidaron la demanda. Al pasar por alto el papel que desempeñan los sectores de la población nativista en la dinámica del nativismo, no logran explicar por qué la oferta nativista resuena con estos sectores. Sin embargo, es esencial considerar el papel activo que estos sectores juegan en la promoción y propagación de la ideología nativista.