Defensa de la paz: Derechos humanos y violencia en Colombia

F. Richard Georgi
F. Richard Georgi
Foto del autor, tomada en Colombia durante el trabajo de campo para su investigación."

El camino hacia una paz que merezca su nombre, en Colombia y en otros lugares, requiere los esfuerzos inquebrantables y el compromiso de los defensores de los derechos humanos que se han dedicado a hacer que la paz signifique más que simplemente el cese del conflicto. La "Defensa de la Paz" en este escenario representa una dedicación arraigada a abordar las fuentes fundamentales de violencia e injusticia. Esta forma de defensa encapsula un enfoque progresista en Colombia que exige una paz que incorpore justicia, reforma del Estado, inclusión social y cambios significativos en la estructura social.

Los defensores de los derechos humanos colombianos (DDH) han jugado un papel crucial en dar forma al proceso de paz, destacando la necesidad de una paz que refleje las diversas necesidades y aspiraciones del país. Sus esfuerzos resaltan el vínculo inseparable entre la paz y los derechos humanos, argumentando que una paz sostenible es inalcanzable sin abordar las injusticias sistémicas que sustentan el conflicto armado y que los activistas han iluminado durante décadas. A través de su defensa, estos defensores han abierto diálogos, desafiado políticas y movilizado comunidades, demostrando que la defensa de la paz es un catalizador esencial para el cambio.

Los defensores de los derechos humanos colombianos han identificado el doble papel del Estado como potencial pacificador y fuente de conflicto.

A medida que este artículo se desarrolle, explorará las capas intrincadas de la defensa de la paz practicada por los DDH colombianos. Sus estrategias y éxitos ilustran un enfoque integral de la construcción de la paz que trasciende las negociaciones tradicionales o las creencias románticas en una idea unificada y ‘local’ de paz. En cambio, la defensa de la paz de los DDHH encarna una creencia arraigada en el poder de la diversidad de los derechos humanos para transformar la sociedad.

A través de sus ojos, veremos una Colombia que aspira no solo a terminar una guerra, sino a redefinir fundamentalmente lo que significa vivir en paz. Más allá de Colombia, podemos aprender de los DDH sobre la diversidad de demandas de transformación política que pueden integrarse bajo el paraguas de los derechos humanos – una lección importante ante las múltiples crisis del siglo XXI.

Justicia transformadora: Memoria para un futuro común

Para los defensores de los derechos humanos colombianos, alcanzar la paz trasciende el cese del conflicto armado y requiere críticamente el inicio de una profunda transformación social. El proceso de paz con el antiguo grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC–EP), especialmente el histórico acuerdo de 2016, es visto por los DDHH como un paso crítico porque ha sido el primero de muchos acuerdos de paz que prometen reforma rural, democratización y derechos de las víctimas como la base de una paz duradera.

Se necesita un enfoque para la construcción de la paz que integre paz, derechos humanos y funcionalidad del estado.

Sin embargo, este camino está lleno de desafíos. El legado de violencia sociopolítica y las condiciones histórico-políticas arraigadas continúan socavando la búsqueda de la paz, revelando las dinámicas complejas que los DDH navegan en su defensa.

Argumentan que sin enfrentar estos problemas subyacentes, cualquier paz lograda sería superficial y de corta duración. Por lo tanto, su defensa enfatiza la justicia transformadora—una justicia que no solo aborda las atrocidades pasadas sino que también busca desmantelar las estructuras políticas arraigadas que alimentan la violencia continua.

En su visión, la verdad y el reconocimiento de la memoria histórica juegan roles pivotales. Al descubrir la verdad sobre los abusos pasados y reconocer la memoria colectiva de las comunidades afectadas por el conflicto, los DDHH creen que se puede lograr la reconciliación social. Esta forma de justicia no se trata de retribución, sino de comprensión, sanación y, en última instancia, de reestructurar la sociedad para prevenir la recurrencia de la violencia. A través de su defensa incansable, los DDH colombianos aspiran a sentar las bases para una paz que sea inclusiva, justa y refleje las diversas voces dentro de Colombia, marcando una significativa desviación de la visión de muchas élites políticas que han propagado largamente la paz como la victoria final sobre los terroristas.

Democratización y reforma del Estado: Hacia un nuevo contrato social

En el contexto colombiano, la defensa de la paz abarca un ferviente llamado a la democratización y la reforma del estado, subrayando estos elementos como indispensables para lograr una paz holística. Los defensores de los derechos humanos colombianos han identificado el doble papel del estado como tanto un potencial pacificador como una fuente de conflicto. Esta naturaleza paradójica del estado ha llevado a los DDHH a abogar vigorosamente por reformas que aseguren que el estado actúe como garante de la paz y los derechos, en lugar de violador de los mismos.

El llamado a la democratización es un llamado a una forma de democracia más profunda y participativa, donde los ciudadanos están activamente involucrados en los procesos de toma de decisiones que afectan sus vidas. Los DDH vislumbran un estado que no solo respeta, sino que también promueve la participación cívica, la transparencia y la rendición de cuentas, por ejemplo, a través de fortalecer los cuerpos políticos locales y mecanismos participativos. Esta visión de la democratización incluye además el fortalecimiento del poder judicial, asegurando la protección de los activistas y las comunidades vulnerables, y reformando las políticas de seguridad para priorizar los derechos humanos.

La reforma del estado, según los DDH colombianos, trata de reestructurar los marcos políticos e institucionales, que históricamente han contribuido al conflicto y la violencia a través de la provisión selectiva de derechos. Implica desmantelar las estructuras que han permitido la impunidad y la perpetuación de injusticias sociales. Para que la defensa de la paz sea efectiva, debe abordar la corrupción endémica, la falta de mecanismos efectivos para la participación ciudadana y la necesidad de una distribución más equitativa de recursos y oportunidades.

A través de su defensa, los DDH están llamando a una reimaginación del papel del estado en la sociedad. Argumentan que una paz sostenible solo se puede lograr cuando el estado verdaderamente encarna los principios de democracia y justicia, sirviendo como fundamento para una sociedad pacífica, inclusiva y justa. Solo un aparato estatal profundamente reformado puede entonces reclamar legítimamente el control sobre los territorios colombianos que ha cedido durante mucho tiempo a grupos armados no estatales. Esto requiere un enfoque integral de la construcción de la paz que reconoce la interconexión entre la paz, los derechos humanos y la funcionalidad del Estado.

Inclusión social: Cerrando brechas históricas

Central para los esfuerzos de los DDHH colombianos en su defensa de la paz es el énfasis en la inclusión social. Reconociendo que el conflicto en Colombia ha impactado desproporcionadamente a ciertos grupos y comunidades, los DDH han trabajado incansablemente para asegurar que los procesos de paz sean inclusivos y reflejen el diverso tejido social del país. Este compromiso con la inclusión social se basa en la creencia de que una paz duradera solo se puede lograr cuando aborda las necesidades y derechos de todas las comunidades, especialmente aquellas que han sido históricamente marginadas.

La defensa de la inclusión social se extiende más allá de la mera representación; busca involucrar activamente a mujeres, pueblos indígenas, afrocolombianos, individuos LGBTQ+ y otros grupos marginados en el proceso de construcción de paz. Los DDH entienden que estas comunidades aportan perspectivas y soluciones únicas a la mesa, basadas en las culturas de resistencia y supervivencia que estos grupos han cultivado en los márgenes de la sociedad colombiana. Al abogar por sus derechos y voces, los DDH apuntan a desmantelar las desigualdades sistémicas y discriminación que persisten desde tiempos coloniales y obstaculizan la reconciliación.

Además, la inclusión social implica romper la cultura del miedo y el silencio que ha envuelto a muchas partes de la sociedad colombiana. Los DDH abogan por un proceso de paz que empodere a las víctimas y sobrevivientes para hablar y conectarse, transformándolos de receptores pasivos de justicia a participantes activos en la configuración de sus futuros. Este cambio es crucial para la sanación y para fomentar un sentido de propiedad y responsabilidad entre todos los colombianos hacia el proceso de paz.

A través de su incansable búsqueda de inclusión social, los DDH colombianos no solo están abogando por una paz que termina las hostilidades; están abogando por una paz que reconstruye el contrato social, fomenta la confianza y celebra la diversidad, en firme oposición a los sentimientos racistas y sexistas predominantes. Su visión es de una Colombia donde la paz esté tejida en el mismo tejido de la sociedad, asegurando que nadie se quede atrás en el camino hacia la reconciliación y la unidad. Este enfoque subraya el potencial transformador de la defensa de la paz cuando se basa en los principios de inclusividad y respeto por todos.

Transformación estructural: Problemáticas del neoliberalismo

En el corazón de la defensa de la paz colombiana yace una comprensión profunda de que la verdadera paz requiere una transformación estructural. Esta visión reconoce que las raíces del conflicto se extienden profundamente en el tejido socioeconómico de la nación, entrelazadas con cuestiones de distribución de tierras, desigualdad económica y despojo político. Por lo tanto, los DDH en Colombia enmarcan su defensa de la paz no solo en torno a terminar confrontaciones armadas como manifestación de violencia directa, sino también en torno a alterar fundamentalmente las condiciones socioeconómicas que dan lugar al conflicto.

Los DDH colombianos destacan la necesidad de una reforma agraria como paso crítico hacia la redistribución de tierras y recursos de manera más equitativa, abordando uno de los puntos históricos de violencia en Colombia. Además, su defensa llama a una reevaluación de las políticas económicas basadas en el extractivismo orientado a la exportación, impulsando modelos de desarrollo que prioricen el bienestar social, la sostenibilidad ambiental y los derechos de las comunidades indígenas y rurales sobre prácticas extractivas y explotadoras.

El llamado a la transformación estructural también abarca la demanda de una representación y participación genuinas de todos los sectores de la sociedad. Los DDH colombianos argumentan que la paz es inalcanzable sin una profundización democrática que desmantele las estructuras de poder que históricamente han reproducido y se han beneficiado de la explotación económica.

Ofrecer derechos de tierra y participación a la población rural puede romper el hechizo de la economía ilícita de drogas, en la cual alianzas de señores de la guerra y caciques locales explotan la precariedad socioeconómica y la inmovilidad de un ejército de pequeños agricultores cuyo destino depende de la volatilidad de los mercados globales de recursos. Esto incluye desafiar la agenda económica neoliberal orientada a la exportación que ha ampliado las desigualdades sociales y facilitado la devastación ambiental, abogando por políticas que promuevan una economía que sirva a las necesidades de muchos en lugar de la codicia de unos pocos.

A través de su defensa de la paz, los DDH colombianos están esencialmente llamando a una reimaginación radical de la fundación económico-ecológica de Colombia. Imaginan un futuro donde la paz se construye sobre las bases de la justicia económica y ambiental como ingredientes clave para el respeto de los derechos humanos, requiriendo un enfoque integral que va más allá del desarme para incluir transformaciones sociales, económicas y políticas profundas. Esta visión holística de la paz subraya la interconectividad de los derechos humanos y la construcción de la paz, abogando por una Colombia donde la transformación estructural allane el camino para una paz duradera.

Diálogo y participación cívica: El corazón de la defensa de la paz

La esencia de la defensa de la paz en Colombia, como defienden los DDH, subraya el papel pivotal del diálogo y la participación cívica. Reconociendo las complejidades y las causas profundamente arraigadas del conflicto en Colombia, los DDH abogan por un proceso de paz inclusivo que involucre activamente a todos los sectores de la sociedad en un diálogo significativo.

Este enfoque se basa en la creencia de que la paz no es simplemente la ausencia de violencia, sino la presencia de diálogo, y un espacio cívico vibrante donde se puedan escuchar y respetar voces diversas. Tal visión de la paz a través de la deliberación es fundamentalmente diferente de la visión de los populistas de derecha que se dirige a una clase blanca/mestiza, urbana de clase alta, y que promete una continuación del dominio de élite y la pacificación territorial a través de la victoria sobre grupos armados.

En el centro de la visión de los DDH está el empoderamiento de las comunidades para participar en el proceso de construcción de la paz, democratizando así la paz misma. Los DDH colombianos han sido instrumentales en la creación de plataformas de diálogo que reducen la brecha entre el gobierno, la sociedad civil y los grupos marginados. Enfatizan la importancia de escuchar las voces de las víctimas, las comunidades indígenas, los agricultores rurales y otros grupos marginados, cuyas experiencias e insights son cruciales para abordar las causas raíz del conflicto y fomentar la reconciliación.

Además, la participación cívica en la defensa de la paz se extiende más allá de la consulta para incluir la participación activa en los procesos de toma de decisiones. Los DDH impulsan mecanismos que permiten a los ciudadanos contribuir al diseño de políticas e iniciativas relacionadas con la paz, la justicia y la equidad social. Este enfoque participativo pretende cultivar un sentido de propiedad y responsabilidad entre todos los colombianos, reforzando la idea de que la paz es un esfuerzo colectivo y puede significar cosas diferentes en diferentes comunidades y regiones.

Al fomentar el diálogo y mejorar la participación cívica, los DDH colombianos buscan construir un consenso sobre el camino a seguir para la paz, uno que reconozca las injusticias pasadas mientras allana el camino para un futuro compartido e inclusivo. Esta estrategia no solo ayuda a sanar las heridas del conflicto sino que también fortalece la gobernanza democrática, asegurando que el proceso de paz esté basado en los principios de transparencia, responsabilidad y acción colectiva. En esencia, el corazón de la defensa de la paz en Colombia radica en su capacidad para inspirar una democracia participativa donde el diálogo y el compromiso cívico sean los principales conductos para lograr una paz justa y duradera.

Peace advocacy in Colombia. A photo by the author, taken in Colombia during fieldwork for his research.
Foto del autor, tomada en Colombia durante el trabajo de campo para su investigación."

Lecciones aprendidas y desafíos futuros: Navegando el camino hacia una paz sostenible en medio de los desafíos del siglo XXI

Ocho años después de la implementación del acuerdo de 2016, los defensores de derechos humanos ahora enfrentan la ardua tarea de asegurar que las promesas hechas se traduzcan en cambios tangibles en el terreno. Esta transición de acuerdo a acción encapsula el meollo de la defensa de la paz en Colombia hoy.

La fase de implementación está plagada de obstáculos, muchos de los cuales se asemejan a problemas globales más amplios relacionados con los derechos humanos en el siglo XXI. La política y sociedad colombianas están cada vez más infestadas de campañas de noticias falsas, discursos de odio y una cultura populista que amplía las fisuras sociales existentes. Un mercado global altamente rentable de drogas ilícitas ayuda al resurgimiento de grupos armados en muchas regiones y sofoca programas para la sustitución del cultivo de coca. El arraigado gobierno de élite ralentiza o socava las reformas políticas para abrir la democracia y otorgar derechos a grupos hasta ahora marginados.

Las frustraciones generalizadas con las promesas de reforma podrían alimentar sentimientos anti-paz y anti-estado que socavan la confianza necesaria para reconstruir el tejido social y reforzar el apoyo a las fuerzas de derecha. Estos desafíos subrayan la fragilidad de la paz y la constante vigilancia requerida para sostenerla. Los DDH colombianos están activamente comprometidos en monitorear el compromiso del gobierno con el proceso de paz, abogando por la plena realización de las ambiciones del acuerdo de paz de 2016, y abordando nuevas fuentes de violencia y abusos de derechos humanos que amenazan con socavar los esfuerzos de paz.

Una clave para el futuro de Colombia en paz radica en la capacidad de las fuerzas pro-paz para adaptarse y responder a los desafíos cambiantes. Los DDH enfatizan la importancia del diálogo continuo, la participación comunitaria y el apoyo internacional para navegar estas incertidumbres. Su trabajo se extiende más allá de la defensa tradicional, involucrando la movilización de base, la educación y la creación de espacios para la reconciliación y sanación. Esto proporciona una lección importante sobre el poder de los derechos humanos frente al retroceso democrático y el populismo de derecha más allá de Colombia: los DDH son fundamentales para forjar alianzas sociales y dar un escenario a las quejas sociales, anclando imaginarios populares de derechos humanos en la sociedad que, con suerte, pueden ahogar ideologías beligerantes de derecha.

Esto requiere una visión de los derechos humanos que sea múltiple y abierta a la controversia, en lugar de lineal y dogmática. El camino hacia una paz sostenible en Colombia es un testimonio de la resiliencia y determinación de su gente, especialmente los DDH que se mantienen a la vanguardia de este viaje. Sus esfuerzos continuos para abordar tanto el legado del conflicto como los desafíos emergentes son cruciales en la construcción de un futuro donde la paz sea no solo un documento firmado, sino una realidad vivida por todos los colombianos.

En este momento crucial, el papel de la solidaridad y apoyo internacionales se vuelve más importante que nunca. El compromiso de la comunidad global, a través de canales diplomáticos, organizaciones internacionales y asociaciones de la sociedad civil, ofrece un respaldo vital para el proceso de paz de Colombia, asegurando que las voces de los DDH sean escuchadas y sus esfuerzos amplificados en el escenario mundial.

Conclusión: Solidificar la paz a través del esfuerzo colectivo

Al entrelazar los hilos de la defensa de la paz en Colombia, este artículo ha recorrido los esfuerzos multifacéticos de los defensores de derechos humanos para asegurar una paz tan diversa y compleja como la sociedad que busca transformar. Su viaje, marcado tanto por desafíos como logros, subraya un compromiso profundo con una paz que va más allá del cese del conflicto armado, abarcando justicia, reforma del estado, inclusión social y transformación estructural.

El camino por delante para Colombia, si bien está lleno de desafíos, también está repleto de posibilidades. La resiliencia y tenacidad de los DDH han sentado una base sobre la cual se puede construir una paz sostenible e inclusiva. La capacidad de los DDH para forjar alianzas sociales y reunir diferentes voces en una defensa política común y constructiva es decisiva para anclar el esfuerzo por la paz en la sociedad en general y para mantener viva la esperanza de transformación política hacia la paz, a pesar de todos los contratiempos. Sin embargo, el esfuerzo por la paz no es responsabilidad solo de los DDH. Lograr una paz duradera en Colombia requiere la participación activa y el apoyo de toda la sociedad colombiana, las instituciones estatales, así como la comunidad internacional.

Por lo tanto, emerge un llamado a la acción desde el corazón de este discurso—un llamado a la solidaridad, el compromiso y la defensa continuada. La comunidad global tiene un papel que desempeñar en apoyar los esfuerzos de paz de Colombia, ofreciendo no solo apoyo moral sino también asistencia práctica para asegurar la implementación de los acuerdos de paz y la protección de los derechos humanos. A su vez, el mundo puede aprender de los DDH colombianos sobre la importancia de anclar la idea de los derechos humanos en la sociedad, de tal manera que se permita la diversidad y el disenso pero orientados hacia una utopía común de paz; esto es particularmente importante cuando la violencia, las frustraciones con promesas incumplidas y seductoras ideologías de derecha corren el riesgo de empujar a la sociedad en una dirección diferente.

A medida que miramos hacia el futuro, reconozcamos que el viaje hacia la paz es continuo y colectivo. La historia de la defensa de la paz en Colombia sirve como un poderoso recordatorio de lo que se puede lograr cuando las personas se unen en pos de un objetivo común. Es un llamado a la acción para todos aquellos que creen en la paz, la justicia y la dignidad humana para estar en solidaridad con los DDH colombianos, contribuyendo a la realización de una Colombia pacífica, justa e inclusiva.

Adaptado de un artículo académico para un público más amplio, bajo licencia CC BY 4.0.

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Investigador en estudios de paz y desarrollo en la Universidad de Gotemburgo y asociado del grupo de investigación de autoridad en el Instituto Max Planck de Derecho Público Comparado y Derecho Internacional. Escribe sobre derechos humanos, activismo, violencia política, populismo, orden liberal y transformaciones del capitalismo, entre otros temas.