El totalitarismo, en su núcleo, se refiere a un sistema político en el que el estado no reconoce límites a su autoridad y busca regular cada aspecto de la vida pública y privada. Es un sistema caracterizado por un control centralizado absoluto, un único partido liderado por un líder dominante, y la supresión de la oposición. Esta forma extrema de gobierno a menudo emplea propaganda, censura y medios de comunicación controlados por el estado para mantener su control sobre el poder, asegurando que las voces disidentes sean silenciadas.
El camino de Cuba hacia el totalitarismo tiene raíces profundas en su historia tumultuosa. Tras la Guerra Hispanoamericana en 1898, Cuba emergió del dominio colonial español solo para encontrarse bajo la influencia de Estados Unidos. Sin embargo, fue la Revolución Cubana de 1959 la que marcó un punto de inflexión significativo. Liderado por Fidel Castro y su grupo de revolucionarios, este movimiento tenía como objetivo derrocar el régimen autoritario de Fulgencio Batista. Exitosos en su empresa, el ascenso de Castro al poder señaló el comienzo de una nueva era para Cuba.
Bajo el liderazgo de Castro, Cuba experimentó transformaciones dramáticas. Se nacionalizaron tierras e industrias, y las relaciones con Estados Unidos se deterioraron. A medida que Castro consolidaba su poder, los opositores políticos eran rápidamente silenciados, ya sea mediante prisión o exilio forzado. El estado tomó control de los medios de comunicación, asegurando que una única narrativa dominara las ondas cubanas. Con el tiempo, el control del gobierno cubano se fortaleció y la nación insular se convirtió en un estado donde no se toleraba la disidencia, y las libertades, especialmente las de expresión y reunión, fueron restringidas.
Esta evolución hacia un régimen totalitario en Cuba no fue solo el resultado de dinámicas internas. Los factores externos, especialmente su alianza con la Unión Soviética durante la Guerra Fría, desempeñaron un papel crucial. A medida que pasaron los años, el modelo de gobierno cubano se arraigó profundamente, con el estado ejerciendo control sobre cada faceta de la vida de sus ciudadanos, encarnando la esencia misma del totalitarismo.
Breve historia del régimen totalitario cubano
The Cuban Revolution, which culminated in 1959, marked a pivotal moment in the nation’s history. Fueled by widespread discontent with the authoritarian rule of Fulgencio Batista, a young revolutionary named Fidel Castro, alongside figures like Che Guevara, mobilized a guerrilla movement. Their aim was not just to overthrow Batista, but to reshape Cuban society. After a series of battles and strategic maneuvers, Castro’s forces emerged victorious, and he quickly ascended to the helm of Cuban leadership.
Con Castro en el poder, el proceso de consolidación de su régimen comenzó en serio. La nacionalización de industrias y las reformas agrarias se implementaron rápidamente. Sin embargo, estos cambios económicos estuvieron acompañados de una agenda política más siniestra. Los partidos de oposición fueron disueltos, y las voces disidentes enfrentaron graves represalias. Los opositores políticos eran frecuentemente encarcelados, sometidos a trabajos forzados o incluso ejecutados. El panorama mediático fue alterado, con el estado tomando control de periódicos, estaciones de radio y televisión. Esto aseguró que solo la narrativa del gobierno, libre de críticas u oposición, llegara a la población cubana.
Pero la Cuba de Castro no operaba en aislamiento. El panorama geopolítico de la época, dominado por la Guerra Fría, desempeñó un papel significativo en la formación de la trayectoria de Cuba. A medida que las relaciones con Estados Unidos se deterioraron, marcadas por eventos como la Invasión de Bahía de Cochinos y la Crisis de los Misiles en Cuba, Cuba encontró un aliado en la Unión Soviética. Esta alianza no era meramente ideológica; tuvo impactos tangibles. La Unión Soviética se convirtió en el principal socio comercial y benefactor de Cuba, proporcionando ayuda económica, apoyo militar y sirviendo como contrapeso a la influencia de Estados Unidos en la región.
Con el respaldo de la Unión Soviética, el régimen totalitario cubano consolidó aún más su control. Esta relación proporcionó al gobierno de Castro los recursos y el apoyo necesarios para sofocar la disidencia interna y fortalecer su régimen autoritario. Con el tiempo, la interacción de las políticas e ideologías cubanas y soviéticas consolidó la posición de Cuba como un actor clave en la dinámica global de la Guerra Fría y como un sólido bastión del totalitarismo en el hemisferio occidental. Recientemente, el autoritario gobierno ruso y Cuba han fortalecido sus lazos, con el régimen totalitario cubano incluso apoyando la invasión de Ucrania.
Mecanismos de control estatal en Cuba
Uno de los rasgos distintivos del firme control del régimen totalitario cubano sobre el poder es su intrincado sistema de mecanismos de control estatal. Estas herramientas, tanto evidentes como encubiertas, han sido fundamentales para mantener la dominación del gobierno y reprimir la disidencia.
Central en este control radica la firme dominación estatal sobre los medios de comunicación y la información. En Cuba, los medios no actúan como una entidad independiente, sino como un brazo del estado, garantizando que la narrativa sea coherente con la ideología gubernamental. Los periódicos, canales de televisión y emisoras de radio son propiedad y están bajo el control del estado, eliminando eficazmente cualquier plataforma para las voces disidentes.
Este control centralizado se extiende también al ámbito digital, con acceso restringido a internet y una intensa vigilancia en línea. El resultado es un entorno de información cuidadosamente seleccionado, donde la población solo tiene acceso a contenido avalado por el estado, sin influencias externas ni críticas internas.
Complementando este control de los medios de comunicación se encuentra un extenso aparato de vigilancia. En el centro de este sistema se encuentran los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Establecidos poco después de la revolución, los CDR son organizaciones basadas en vecindarios con presencia en cada rincón de Cuba. Aunque desempeñan diversos roles comunitarios, su función principal es monitorear e informar sobre las actividades de los ciudadanos cubanos. Esta vigilancia a nivel de base asegura que la disidencia, o incluso la posibilidad de disidencia, sea identificada y abordada rápidamente.
Pero el control del estado no se limita solo a la vigilancia; se trata de una represión activa. Aquellos identificados como opositores al gobierno, ya sea a través de sus palabras o acciones, enfrentan graves consecuencias. La represión política es desenfrenada, con frecuentes arrestos de disidentes, a menudo sin cargos formales ni juicios. Las condiciones en las cárceles cubanas son conocidas por ser extremadamente duras, con informes de tortura, trabajo forzado y negación de atención médica. Este clima de temor, perpetuado por la amenaza de prisión o peores consecuencias, sirve como un poderoso disuasivo, asegurando que muchos cubanos lo piensen dos veces antes de expresar su oposición o participar en actividades consideradas contrarias a los intereses del estado.
Fundamentos económicos del control totalitario en Cuba
El panorama económico de Cuba, moldeado por décadas de decisiones políticas, sirve como un pilar fundamental para el control totalitario del estado. Al entrelazar las estructuras económicas con objetivos políticos, el régimen totalitario cubano ha creado un sistema en el que la dependencia económica refuerza la lealtad política.
La nacionalización de las industrias y propiedades fue uno de los primeros cambios económicos importantes después de la revolución. Las empresas privadas, las grandes fincas y los activos extranjeros fueron rápidamente puestos bajo control estatal. Esta medida no fue solo económica, sino también política, con el objetivo de desmantelar las bases de poder económico que podrían desafiar al nuevo régimen. Al centralizar los activos económicos, el estado aseguró que la prosperidad económica y los medios de subsistencia estuvieran directamente vinculados a los caprichos y políticas del gobierno.
Esta estructura económica centralizada creó un escenario en el que la mayoría de la población cubana se volvió económicamente dependiente del estado. Los empleos, los salarios y las oportunidades estaban todos controlados por el gobierno, lo que dificultaba la movilidad económica e independencia. Esta dependencia económica se convirtió en una herramienta poderosa en el arsenal del estado, permitiéndole recompensar la lealtad y castigar la disidencia. Aquellos que se alineaban con los objetivos e ideologías del estado se encontraban en posiciones económicas favorables, mientras que los disidentes enfrentaban dificultades económicas o incluso el desempleo.
Además, el control del estado sobre la distribución de recursos, especialmente a través de sistemas de racionamiento, reforzó esta dinámica. Las necesidades básicas, desde alimentos hasta medicamentos, a menudo se distribuían según un sistema de racionamiento, asegurando que el sustento de cada hogar cubano estuviera vinculado al estado. Este sistema no solo permitía al gobierno gestionar recursos escasos, sino que también servía como un recordatorio constante del papel del estado como proveedor y guardian.
El régimen totalitario cubano ha utilizado hábilmente las estructuras y políticas económicas como extensiones de sus objetivos políticos. Al entrelazar ambas dimensiones, ha creado una situación en la que la dependencia económica y la lealtad política están inextricablemente vinculadas, fortaleciendo aún más su control totalitario sobre la nación.
Educación y propaganda: Herramientas del estado cubano
En la arquitectura del control totalitario de Cuba, el sistema educativo se erige como una piedra angular. A través de él, el estado no solo ha difundido conocimiento, sino que también ha moldeado ideologías, garantizando que las generaciones sucesivas se alineen con la narrativa del gobierno. El régimen totalitario cubano ha utilizado con destreza la historia y la cultura como herramientas de propaganda.
Central en este esfuerzo es el uso del sistema educativo para la indoctrinación. Desde las escuelas primarias hasta las universidades, los planes de estudio están diseñados para enfatizar las virtudes de la revolución y sus líderes. Las lecciones a menudo entrelazan contenidos académicos con ideología política, asegurando que los estudiantes no solo aprendan matemáticas, ciencias y literatura, sino que también absorban la perspectiva del estado sobre el socialismo y la identidad cubana. Este enfoque educativo garantiza que desde una edad temprana, los cubanos internalicen una visión del mundo que se alinea con los objetivos del estado.
Paralelamente a esta indoctrinación educativa se encuentra la promoción del culto a la personalidad, especialmente en torno a figuras como Fidel Castro y Che Guevara. Estos líderes no solo se presentan como figuras políticas, sino que son elevados a estatus casi míticos. Sus imágenes adornan aulas, libros de texto y espacios públicos, y sus discursos y escritos se convierten en partes integrales del plan de estudios. De esta manera, el estado asegura que estas figuras sean veneradas, que sus ideologías sean internalizadas y que su liderazgo sea visto como esencial y benevolente.
Como siempre ha sido común en los países comunistas, el régimen totalitario cubano ha utilizado hábilmente la historia y la cultura como herramientas de propaganda. Los eventos históricos, especialmente los relacionados con la revolución, se presentan de manera que enfatiza el heroísmo de los revolucionarios y la rectitud de su causa. Las expresiones culturales, ya sea en forma de música, arte o literatura, son alentadas cuando se alinean con la narrativa del estado y reprimidas cuando la desafían o la critican.
En resumen, a través de una combinación de educación y propaganda, el estado cubano ha creado una narrativa que refuerza su legitimidad y control. Al controlar las perspectivas a través de las cuales los cubanos ven su historia, líderes e identidad cultural, el estado garantiza una población que no solo es conocedora, sino también ideológicamente alineada.
Relaciones exteriores y diplomacia: Cuba en el escenario global
La posición de Cuba en las relaciones internacionales es un tapiz complejo tejido a partir de su historia revolucionaria, alianzas estratégicas y su duradera lucha con las superpotencias. Esta danza intrincada de la diplomacia ha desempeñado un papel fundamental en la formación de las políticas domésticas y exteriores de Cuba.
En el escenario global, Cuba se ha presentado a menudo como un faro de resistencia contra el imperialismo y un campeón del movimiento no alineado. Esta postura, arraigada en sus orígenes revolucionarios, ha cosechado tanto admiración como críticas. Mientras que algunas naciones elogian a Cuba por su resistencia y desafío a la hegemonía occidental, otros la ven como un caso aparte, a menudo debido a su historial de derechos humanos y su sistema político.
El eje de las relaciones exteriores de Cuba ha sido innegablemente su tumultuosa relación con los Estados Unidos. Desde el mismo principio, la Cuba posrevolucionaria se encontró en desacuerdo con su vecino del norte. El embargo de EE. UU. es un testimonio de estas tensas relaciones. Este embargo, junto con incidentes como la Invasión de Bahía de Cochinos y la Crisis de los Misiles en Cuba, ha asegurado que las relaciones entre Estados Unidos y Cuba sigan siendo un tema de interés global. A lo largo de los años, aunque ha habido momentos de détente y intentos de diplomacia, la relación sigue caracterizándose por la profunda desconfianza y diferencias ideológicas.
Sin embargo, los esfuerzos diplomáticos de Cuba no se limitan a sus interacciones con Estados Unidos. Su participación en organismos internacionales, notablemente el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHNU), demuestra su deseo de ser un actor activo en los asuntos globales. Si bien la membresía de Cuba en tales organizaciones a menudo es controvertida, le proporciona a la nación una plataforma para expresar sus puntos de vista y desafiar las críticas. Además, ofrece una oportunidad para que Cuba moldee su imagen, presentándose como una nación comprometida con la cooperación global y el diálogo, incluso cuando enfrenta críticas por sus políticas internas.
El exilio como herramienta de control: el legado complejo de la diáspora cubana
El exilio ha sido durante mucho tiempo una herramienta potente en el arsenal del estado cubano, sirviendo tanto como método de control como reflejo del tumultuoso panorama político de la isla. La historia del exilio cubano es un tapiz de tragedias personales, maniobras políticas y la conexión perdurable de una diáspora con su tierra natal.
La narrativa del exilio cubano comenzó en serio después de la revolución de 1959. A medida que el nuevo régimen consolidaba su control sobre el poder, aquellos que se encontraban en desacuerdo con sus ideologías o políticas enfrentaron una elección difícil: quedarse y arriesgarse a la persecución o huir en busca de costas más seguras. Esta primera ola de exiliados, que incluía disidentes políticos, intelectuales y miembros de la antigua élite, sentó las bases para un fenómeno que continuaría durante décadas.
El exilio forzado surgió como una estrategia deliberada del gobierno cubano. Al expulsar a críticos abiertos y posibles amenazas del país, el régimen logró un doble objetivo. En primer lugar, se deshizo de desafíos inmediatos a su autoridad dentro de las fronteras nacionales. En segundo lugar, al etiquetar a estos exiliados como traidores o mercenarios, buscó desacreditar sus narrativas y críticas en el escenario internacional. Esta táctica de exilio forzado no fue un acto pasivo, sino una maniobra calculada que a menudo implicaba amenazas, intimidación y el aprovechamiento de lazos familiares para coaccionar a las personas a marcharse.
Sin embargo, la historia del exilio cubano no es solo una de represión, sino también de resiliencia. La diáspora cubana, dispersa en varios países, pero sobre todo en Estados Unidos, ha desempeñado un papel crucial en la preservación de la cultura cubana, la historia y el discurso político. Esta diáspora, aunque físicamente separada de la isla, sigue estando profundamente conectada a ella, tanto emocional como políticamente. Sus experiencias, narrativas y defensa han asegurado que las realidades de la vida en Cuba y los desafíos planteados por el régimen permanezcan en la conciencia global.
El exilio forzado ha adquirido una nueva dimensión en los últimos años a medida que las voces disidentes comenzaron a alzarse. Pasó de ser un arma para circunstancias excepcionales a convertirse trágicamente en un método normalizado para silenciar la oposición. Las experiencias de individuos como Camila Cabrera Rodríguez, Carolina Barrero y Daniela Rojo son testimonio de este enfoque. Confrontadas con amenazas, hostigamiento y la posibilidad de encarcelamiento, estas jóvenes representan solo una fracción de las personas a las que el gobierno ha expulsado del país, en algunos casos amenazando con hacer daño a sus amigos o familiares.
El alcance del régimen no se limita a las fronteras de Cuba. La negativa a permitir que individuos, como el profesor Omara Ruiz Urquiola, regresen después de viajar al extranjero destaca la influencia de gran alcance del gobierno. Esta estrategia no es solo punitiva, sino que también envía una advertencia clara: el poder del régimen se extiende más allá de las fronteras nacionales.
Desafíos al totalitarismo: El surgimiento y respuesta a los movimientos de oposición
A lo largo de su historia bajo un régimen totalitario, Cuba ha sido testigo de oleadas de resistencia y oposición. Estos movimientos, aunque variados en su naturaleza y objetivos, comparten un objetivo común: desafiar el control absoluto del estado y abogar por mayores libertades y derechos.
Históricamente, Cuba ha sido testigo de numerosas protestas y movimientos disidentes. Desde intelectuales y artistas que abogan por la libertad de expresión hasta organizaciones de base que promueven reformas políticas, estos movimientos han sido diversos en su composición y objetivos. Algunos, como el Proyecto Varela, buscaron el cambio a través de medios legales y constitucionales, mientras que otros adoptaron métodos más directos de protesta y desobediencia civil.
La respuesta del gobierno cubano a tal disidencia ha sido consistente: rápida y a menudo severa. Los disidentes han enfrentado una serie de represalias, desde vigilancia y hostigamiento hasta detención y encarcelamiento. El aparato estatal, incluidas sus fuerzas de seguridad y sistema judicial, se ha movilizado para sofocar la oposición, a menudo bajo el pretexto de proteger la seguridad nacional o preservar los logros de la revolución. Este patrón de represión ha asegurado que, aunque surgen voces disidentes, a menudo enfrentan desafíos significativos para mantener sus movimientos y lograr sus objetivos.
Sin embargo, la llegada de la tecnología y el auge de las redes sociales han introducido nuevas dinámicas en esta antigua lucha. Las plataformas digitales ofrecen a los disidentes un espacio para compartir sus narrativas, organizar movimientos y conectarse con audiencias internacionales. La reciente ola de protestas en Cuba, alimentada en parte por campañas en redes sociales y movilización en línea, subraya el potencial transformador de estas herramientas. El estado, reconociendo esta amenaza, ha respondido con bloqueos de internet y vigilancia digital, tratando de limitar la influencia del activismo en línea.
In essence, while the totalitarian Cuban regime has maintained its grip on power through a combination of political maneuvering and repression, it faces an evolving landscape of resistance. Modern technology, coupled with the enduring spirit of the Cuban people, presents new challenges to the state’s totalitarian control, signaling the possibility of change in the future.
11J: El derrumbe del falso apoyo popular del gobierno cubano
A pesar de la represión sistemática ejercida por el gobierno cubano en los últimos 60 años, mantuvieron un completo monopolio de la información. A través de una propaganda implacable, el régimen totalitario cubano logró convencer a muchos de que, incluso con su enfoque severo hacia ciertos grupos disidentes minoritarios financiados por Estados Unidos, el gobierno disfrutaba de un amplio apoyo de sus ciudadanos.
Como resultado, para algunos observadores, Cuba fue convenientemente percibida como una democracia que, aunque iliberal, fundamentaba su legitimidad en los principios de la soberanía y la autodeterminación popular. Sin embargo, las protestas que estallaron ese día rompieron cualquier ilusión para aquellos que creían o elegían creer en la retórica del gobierno. En todas las provincias del país, cientos de miles de cubanos salieron a las calles exigiendo una transición democrática, coreando "libertad", "ya no tenemos miedo", "no queremos comunismo" y "abajo la dictadura".
Estas protestas, un evento sin precedentes en más de 60 años de dictadura, fueron la cristalización de una serie de factores, incluido el descontento popular con un gobierno que ya no se ve como legítimo, como lo demuestra la tendencia al alza en el número de protestas políticas en Cuba. Basta con recordar que en enero de 2021, hubo 79 protestas políticas y civiles en Cuba, mientras que en abril del mismo año, el número registrado por el observatorio de conflictos cubano fue 156, y en julio llegó a 435, lo que representa un aumento del 450%.
El Observatorio Cubano de Derechos Humanos registró, justo un mes antes de la explosión social, 713 acciones represivas contra la población civil, que incluyeron detenciones arbitrarias y otros abusos (el total en 2021 fue de 9.705, incluyendo 2.717 detenciones arbitrarias y 3.743 arrestos ilegales en domicilios).
Por lo tanto, sería incorrecto entender las manifestaciones del 11 de julio exclusivamente como una expresión de la crisis económica y de salud del país. Aunque la situación en Cuba empeoró considerablemente con esta crisis, los videos grabados por los manifestantes muestran al pueblo cubano exigiendo libertad y derechos.
El puño de hierro: Escalada de la represión patrocinada por el Estado
En lugar de escuchar las demandas del pueblo, el Presidente no electo de Cuba ordenó públicamente a los "revolucionarios" reprimir a los manifestantes pacíficos. Jóvenes cubanos en edad de servicio militar obligatorio en Cuba fueron reclutados a la fuerza desde sus hogares. Se les entregaron palos para golpear a los manifestantes.
Existen imágenes grabadas de la policía golpeando indiscriminadamente. Hay videos en los que las fuerzas estatales irrumpen en viviendas, secuestran y, en al menos un caso, disparan a una persona frente a su familia. Después de que las manifestaciones fueron reprimidas en las calles con disparos, golpizas y perros entrenados, agentes de seguridad del estado y la policía comenzaron a visitar las casas de los manifestantes identificados para arrestarlos.
El asedio a las viviendas de los manifestantes, las amenazas a sus familias, el hostigamiento y la vigilancia, los cortes de Internet, las multas elevadas, los actos de repudio, los despidos laborales, el exilio forzado, entre otros, rápidamente se convirtieron en la nueva norma en Cuba. El Decreto-Ley 35 vino a reforzar los controles sobre la libertad de expresión en las redes sociales en Cuba, contraviniendo las disposiciones de los artículos 8, 40, 41, 47, 54 y 228 de la Constitución de la República de Cuba, así como los tratados internacionales ratificados por el gobierno cubano.
Adolescentes declararon haber sido amenazados con violación por agentes del estado; estudiantes informaron haber sido torturados y humillados sexualmente; manifestantes fueron procesados y encarcelados por promover el respeto a los derechos fundamentales; poetas fueron hostigados por la policía en sus hogares; niños entre 13 y 17 años fueron detenidos y periodistas obligados a quedarse en casa durante meses. Muchos han sido condenados en juicios sumarios sin derecho a un abogado desde los días siguientes a las protestas.
Un informe de la ONG Prisoners Defenders sostiene que, como resultado de las protestas del 11 de julio, más de 5,000 personas han sido detenidas y más de 1,500 han sido enjuiciadas penalmente. Entre estos prisioneros se encuentran menores de menos de 13 años de edad. La lista de presos políticos incluye a 32 niños y 4 niñas, de los cuales 2 niñas y 7 niños ya han sido condenados a penas graves de privación de libertad por sedición. De los manifestantes, 167 ya habían sido condenados por esta misma causa, algunos con sentencias que van desde seis hasta 30 años.
Preocupaciones sobre el debido proceso y la integridad judicial
Según el informe de Human Rights Watch, muchos detenidos en Cuba informaron sobre condiciones inhumanas, que incluyen celdas abarrotadas y insalubres, así como un acceso limitado a necesidades básicas como comida y agua limpia. Fueron sometidos a interrogatorios repetidos, a menudo irrelevantes, que a veces implicaban amenazas y abuso físico, incluyendo tortura.
Los procesos legales en su contra a menudo carecían de debido proceso; enfrentaron "juicios sumarios" con cargos vagamente definidos y a menudo sin representación legal, o fueron sometidos a "juicios ordinarios" que contravenían el derecho internacional.
Estos juicios criminalizaron acciones que son internacionalmente reconocidas como legítimos ejercicios de la libertad de expresión y asociación, como protestas pacíficas o críticas a figuras gubernamentales. Las condenas a menudo se basaron en pruebas poco fiables o no corroboradas, como testimonios únicos de agentes de seguridad o dudosas "trazas de olor", lo que plantea serias preocupaciones sobre la equidad e integridad del proceso judicial cubano.
Las protestas del 11 de julio y los testimonios de civiles que fueron víctimas de tortura, maltrato y humillación contribuyeron a visibilizar los patrones de control y represión que caracterizan al régimen totalitario cubano. Un estudio científico basado en más de cien casos seleccionados al azar y presentados ante el Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas muestra 15 tipos de tortura/maltrato a los que suelen ser víctimas los prisioneros políticos en Cuba.
El informe menciona la intencional privación de atención médica a quienes la necesitan (100% de los prisioneros), así como la privación de comunicación (84.09%), sueño (51.14%) y líquidos y alimentos (35.23%). También señala el aislamiento solitario (56.82%); patrones posturales altamente incómodos, perjudiciales, degradantes y prolongados (43.18%); amenazas (78.41%); golpizas (51.14%); la dispersión de excrementos u orina en alimentos o agua (4.55%); el confinamiento en celdas infestadas de ratas, insectos, o con temperaturas extremadamente frías o calurosas (40.91%), y más.
17M: Massive Protests Against Economic and Political Suffocation
El 17 de marzo de 2024, se reavivó la llama de las protestas masivas en Cuba, marcando otro capítulo significativo de disenso popular en la isla.
Esta vez, el epicentro del descontento fue Santiago de Cuba, específicamente en el barrio de Reparto Veguita de Galo. Durante la tarde, los residentes salieron a las calles, motivados por la persistente falta de suministro eléctrico y la aguda escasez de alimentos básicos. Bajo el lema "corriente y comida", una multitud de ciudadanos se congregó en la Avenida de Carretera del Morro, expresando un llamado al cambio y entonando "Patria y Vida" en presencia de agentes de policía y agentes de civil, símbolos tangibles de la represión estatal. Mientras algunas áreas de la nación experimentaban cortes de conectividad, otras vieron cómo la entidad estatal de telecomunicaciones ETECSA, parte del conglomerado militar-empresarial GAESA, optaba por una interrupción total del acceso a internet, replicando tácticas observadas en las protestas del 11J pero con una ejecución más efectiva, resultado de la experiencia previa.
En la ciudad de Bayamo, el descontento también se desbordó en las calles. A pesar de la intimidante presencia de unidades especiales conocidas como “avispas negras”, y del cierre estratégico de varias vías en anticipación a la represión, los ciudadanos expresaron su desacuerdo vehementemente. La tensión escaló hasta que el régimen desató su fuerza represiva contra los manifestantes. Las redes sociales se inundaron de imágenes y vídeos que mostraban a oficiales de policía utilizando la violencia para someter y arrestar a ciudadanos que intentaban evadir la detención.
A medida que caía la noche, pero sin signos de que el espíritu de protesta disminuyera, Bayamo se convirtió en el escenario de una marcha pacífica. Iluminados únicamente por la luz de sus teléfonos celulares, cientos de manifestantes recorrían sus calles al ritmo del Himno Nacional, en un acto de unidad y resistencia, mientras resonaban los gritos de libertad, tal como se capturaba en grabaciones que circulaban en plataformas digitales.
El efecto de las protestas no se limitó a Santiago de Cuba o Bayamo. En Cárdenas, Matanzas, al caer la noche, la comunidad se sumó al movimiento de protesta nacional, saliendo a las calles al ritmo de cacerolazos, sumando así su voz al creciente coro de descontento que, una vez más, desafiaba la autoridad del régimen cubano.
Vislumbrando el futuro de Cuba
Al reflexionar sobre la intrincada trama de la historia, la política y la sociedad de Cuba, la pregunta sobre su trayectoria futura cobra gran relevancia. La nación se encuentra en una encrucijada, con el peso de su pasado moldeando las posibilidades de su futuro.
El potencial de cambio en Cuba es innegable. A lo largo de su historia, a pesar de los desafíos de un régimen totalitario, el espíritu de resistencia y el deseo de libertad han persistido. Esta resiliencia, junto con el cambiante panorama global y el advenimiento de la tecnología, sugiere que Cuba podría estar al borde de una nueva era. Sin embargo, el camino hacia un cambio significativo no es ni lineal ni garantizado. Requiere no solo voluntad interna, sino también apoyo y comprensión externos.
La preservación de la memoria histórica es fundamental en este viaje. Para que Cuba avance, debe enfrentar su pasado. Este proceso de introspección garantiza que las futuras generaciones se basen en las lecciones de la historia, evitando la repetición de errores pasados y guiando a la nación hacia un futuro inclusivo y democrático.
Igualmente crucial es el papel de la comunidad internacional. Cuba no existe en aislamiento; su destino está entrelazado con las dinámicas globales. La comunidad internacional, a través de la diplomacia y la promoción, puede desempeñar un papel fundamental en el apoyo a la evolución de Cuba. Al interactuar con Cuba de manera constructiva y reconociendo las complejidades de su historia y política, la comunidad global puede ser un catalizador para un cambio positivo.En francés:
Si bien los desafíos que enfrenta Cuba son significativos, también lo son las oportunidades. Con una rica historia, una cultura vibrante y una población conocida por su resistencia y creatividad, el potencial de Cuba es ilimitado. Mientras la nación mira hacia el futuro, lo hace con la esperanza de un mañana más brillante, más libre y más próspero.